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Diario LA REPUBLICA

La posibilidad de una isla

O como Paolo es nuestro mito moderno del peruano trágico víctima del mundo confabulado.

Publicado: 2018-05-16


La novela del escritor francés Houellebecq no tiene que ver nada aquí. Nada más que por el título.

La selección peruana que dirige Ricardo Gareca es una isla en el mar de mediocridad de nuestro fútbol peruano. Y del deporte en general, debo agregar con gran tristeza.

Primera verdad, incuestionable, visible como un eclipse de sol. Nuestros equipos de primera(¿?) división son la burla en las copas libertadores o sudamericana. Equipos de tercera, les acaban de decir. La organización da pena, la infraestructura da pena, los periodistas dan pena (y vergüenza). Emulos de Felipe Mantequilla o simplemente tan mediocres o de baja calidad como el campeonato que deben comentar: Muy pocos se salvan.

La mayoría de la dirigencia sigue metida en cosas oscuras, en la misma argolla sempiterna o peor. Se oyen voces que hablan de lavado de dinero, en enormes cantidades.

Una hinchada que perdona todo, alaba todo, consume todo lo que el fútbol le pueda dar: incondicional.

Nos emocionamos todos, como es natural, con la clasificación. Pero fuera de la isla que organizó Gareca y su gerente deportivo, todo lo demás naufraga con estrépito y evidencia.

Guerrero no va al mundial por una sanción cuyo veredicto lo dictaminó la misma institución que nos dió los tres puntos contra Bolivia. Institución a la cual no debió llegar el proceso pero llegó a pedido mismo del jugador: aún después de haber obtenido la reducción (ya muy difícil), de 6 meses.

Ahora se ha desatado el huracán de las pasiones. Ese tornado que engulle a quien se le pone en frente y quien no esté de acuerdo con formar la turba infame y enardecida para linchar a los culpables: es decir cualquiera que se ponga en el camino.

Ya se han organizado saqueos al Swiss Hotel, a la casa de Pizarro (espero que no se confundan y quemen palacio de gobierno), la embajada danesa, a Magaly Medina y sus alcachofas, a los dirigentes de la FPF, al desafortunado periodista que dió la primicia en Perú hace más de 6 meses: Se habla de no ir al mundial para salvaguardar el honor patrio, la madre de Paolo llama al levantamiento general en el Perú, señala complot gigantesco, la mano negra una vez más nos ataca etc. etc. etc.

Es, finalmente, nuestro héroe trágico moderno, sea o no sea culpable, es como queremos ser nosotros los peruanos: las víctimas inefables de los poderosos ocultos en las sombras que, por temor (a nuestro enorme talento obviamente) no nos dejan ser quienes deberíamos ser. En nuestra memoria queda ese mito fundacional del fútbol peruano: los olímpicos del 36.

Eso nos inhibe de la responsabilidad. Nos limpia de la responsabilidad y sobre todo de asumir sus consecuencias.

No importa, en el fondo, si es culpable o no. Llena nuestra necesidad de ser víctimas.

Para mi, lamentablemente, se le encontró a nuestro jugador la sustancia prohibida, se le sancionó con un periodo que le permitía jugar, pero no contento con el resultado, se insistió y esa apuesta no resultó. A llorar a la playa (yo estuve hace un rato tirando piedritas).

Para mí, todo esto alimenta la gran epopeya de esta isla única y absolutamente atípica en la realidad peruana llamada selección nacional al mando del tigre Gareca y vuelve más épica su historia (y lo que está por venir).

Ya sea, por lo menos, durante los partidos del mundial de fútbol podamos emocionarnos y sentirnos peruanos, por fin, unidos, y que se nos hinche el pecho gritando "contigo Perú". Ya que al parecer en casi el único momento capaz de unirnos como país.


Escrito por

Carlos García Rosell A.

Actor y director de Teatro. Profesor de la Universidad Católica. Creencia principal: La Imaginación te hará libre.


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Los asuntos de mi país son míos.