EL 27 de Enero del 2014 después de seis años de proceso en la Corte Internacional de Justica con sede en la Haya, pero desde la década del 70 para nosotros, terminó la última campaña de aquel proceso que comenzó en 1879 en lo que ahora llamamos “La Guerra del Pacífico”. Fue una campaña larga. Fue una campaña dura. Fue una campaña diplomática. Llevada a cabo durante años difíciles (diríamos en algunos momentos: dramáticos) de nuestra república; haciendo frente a otra república, la chilena, en el esplendor de su poder político, económico y militar.

Y la hemos ganado.

Debemos estar orgullosos por eso.

Hemos demostrado que la razón nos asiste. Lo hemos demostrado ante la corte y esta corte nos da la razón. Nos ha reivindicado el 75% del mar en disputa. Inédito para cualquier proceso en esta CIJ.

Hemos obligado a nuestro renuente vecino a sentarse en una corte de justicia (¡contra toda su voluntad!) y a fijar los límites de una frontera que ella misma fijó ante las Naciones Unidas de manera UNILATERAL, que sus sucesivos gobiernos ni siquiera imaginaban fuera de su dominio, bajo ninguna circunstancia.

Para Tacna y Moquegua el statu quo se mantiene. Pero aquí radica nuestro mayor logro. En todo el resto de la carta este “statu quo” se modifica a favor del Perú. Lo que estaba en juego no era un poco de mar para una u otra parte: Era y es el factor geopolítico lo que estaba en juego. Si Chile mantenía todo “tal cual” ellos lo habían mantenido por más de ciento treinta años, hubiera sido el reconocimiento de su política de estado para con nuestro país y el sello de la definitiva victoria frente a nuestros reclamos y ante cualquier otro (léase Bolivia) posible reclamo sobre sus fronteras.

Sería también el reconocimiento implícito de que somos un país bajo su influencia política, comercial y económica. Estaríamos casi con letras de pequeño socio menor dentro de su esfera de influencia geopolítica en la región: Un cliente dependiente.

La victoria del Perú es una victoria de principios, una victoria geopolítica de enorme importancia porque a nuestro vecino del sur no lo hemos podido detener en ninguna batalla comercial, cultural, política u económica desde que nos entregó Tacna quedándose con Arica a pesar de haber firmado un tratado comprometiéndose a hacerlo. Desde 1929 nos fue empujando en sus intereses, los acuerdos pesqueros de 1952 y 1954 son un buen ejemplo, la guerra por la denominación de nuestro “Pisco” es otra.

Por fin el Perú pudo llevar adelante una campaña donde se planificó con paciencia e inteligencia la estrategia a venir. Donde los sucesivos gobiernos pensaron en un objetivo común. Donde nuestros mejores hombres (y mujeres) emplearon toda su capacidad bajo el apoyo de todo un pueblo. Gracias a la Marina de Guerra del Perú, al Ministerio de Relaciones Exteriores y al equipo que llevó el reclamo a la Corte de Justicia de la Haya.

Hoy hemos recuperado una dignidad perdida. Hemos demostrado a nuestro vecino que de ahora en adelante solo cabe una imagen: La del respeto mutuo, en igualdad de condiciones.

Hoy nos hemos respetado a nosotros mismos.

Que esta sea de verdad la última batalla de esa infame guerra del pacifico que dividió a nuestros pueblos. Que encontremos la forma de ser lo que siempre hemos sido, pueblos hermanos. Que la integración sea nuestra próxima política común.

Que ese pequeño, pero enormemente significativo triángulo de tierra peruana bañado por mar chileno sea la imagen de dos pueblos que conviven en paz y en sociedad. 

cargarciarosell@hotmail.com

Enlaces útiles:

http://utero.pe/2014/01/27/9-datos-para-entender-clarito-el-fallo-de-la-haya/ 

http://3.elcomercio.e3.pe/doc/0/0/8/1/4/814174.pdf           (fallo de la Haya)

http://jorgedelgado.lamula.pe/2014/01/29/fallo-de-la-cij-de-la-haya/jorgedelgadov/